dijous, 1 de juny del 2017

La adolescencia nos indica la finitud


            La adolescencia es la experiencia con el vacío, en la inconsistencia del Otro, y con la sexualidad. La consciencia hace su entrada abruptamente a través del complejo de Edipo y la tendencia es a expandirse. La falta de límites y la experimentación de los límites de la existencia fundamentan su día a día. Las preguntas filosóficas y psicológicas se ponen a trabajar. ¿Que hago yo aquí? ¿Que hago con ese mundo pulsional? ¿Que hago con los progenitores? Del otro lado parecería que no quieren saber nada de todo ello y a cualquier pregunta se responde con un no sé rotundo. O no sé o no se habla de mi.

            La adolescencia des de mi punto de vista actual y después de 6 años de experiencia es sobretodo un trauma, la entrada abrupta a la vida adulta. Cada uno de ellos vendrá a la vida adulta con la mochilla que lleve de la infancia y de su relación con la vida pulsional. Los que hayan vivido muy presente el real de la existencia, como las violencias domésticas, la escasez de objetos y comida, presentaran una relación con la vida adolescente dolorosa. Al hacerse conscientes de la vida y la muerte los adolescentes la pasan por el tamiz de su infancia, su punto de referencia es ese inevitablemente. Los que hayan tenido una infancia sin muchas dificultades de supervivencia plantearan la adolescencia como un plus y un reto sobretodo. No hay que pensar, así mismo, que el conflicto es inexistente en la adolescencia de infancia colmada, no!, en algunos casos si el velo sobre la falta ha sido exagerado, la necesidad de construir con lo propio, el esfuerzo de conocerse a través de los otros se hará con excesivo temor. Entonces podría parecer que la buena adolescencia, si eso puede existir, viene otra vez del término medio. En mi función psicoanalítica a veces, pocas, digo alguna cosa significativa y suelo utilizar una analogía comparando la etapa adolescente con un fino hilo. Por un lado está el adolescente y por el Otro todo lo que lo liga a su pasado. Él probará de encontrarse mas allá de lo anterior, cosa que es fantástica y fundamental, pero ese hilo no debe nunca romperse. Se puede hacer ínfimo y seguramente es lo mejor, pero nunca romperse ya que eso significaría la muerte.

            Ellos los adolescentes parecen estar muy cerca de la muerte. Ya que hay poco simbólico que recubra la realidad pulsional y está por construir, si falla demasiado este sistema caen en el horror de lo real. Los discursos del amo y el esclavo se expresan hasta las consecuencias de la violencia. Los padres, profesores e instituciones serán vistos como limitadores del goce al cual no tienen reparo. La vergüenza no debe ser nunca perdida. La vergüenza como estabilidad es aquello que nos ata a la vida. No es malo tener vergüenza pero ellos los adolescentes luchan contra eso a muerte. Se exponen a la vergüenza y a lo que les produce vergüenza cuerpo a cuerpo. Entre ellos muestran sin pudor lo más carnal y oloroso. Como explosión de vida, expresan lo que son hasta su última consecuencia, no pueden hacer otra cosa. Lo que son a veces puede ser pésimo para su vida, las experiencias familiares habrán fundado ese nivel. Pero, vamos a poner un pero, eso es la vida en realidad. La adolescencia es y debe ser la perdida de la protección, que comienza con desorientación. Por eso es tan importante la relación con los iguales  y el grupo. De alguna manera entre ellos se entienden o eso creen. Lo que comparten y se identifican es la vida pulsional que recubren con lo simbólico que les es propio. Por eso tienen un lenguaje paralelo diferente al adulto. Necesitan la grupalidad y la identificación para encontrar un lugar. Con el tiempo van perdiendo esa necesidad.

            Bueno, no hay una sola adolescencia, hay muchas y cada una tiene que encontrar su salida. La experiencia de los progenitores a veces es de desesperación y la sitúo en dos direcciones. Se desesperan al indicárseles el fin de la infancia de sus hijos y la significancia de valor fálica que tienen los mismos. Se dan cuenta (a veces no quieren) que los hijos se están haciendo adultos y que pronto se parecerán a ellos mismos. Eso hace perder la relación de amor y dependencia parternofilial que tanto sentido les havía dado. A veces es atroz lo que atrapan a esos adolescentes en sus fauces como un intento de parar el inefable tiempo. La otra dirección de la desesperación y des de el punto de vista del hijo es que este se suele mostrar impertinente, de maneras nunca antes experimentadas. De la manera en que esta impertinencia se metabolice por los padres permetirán una mejor o peor resolución al conflicto. La impertinencia se relaciona con la vida y la muerte pues el adolescente ya no les pertenece como antiguamente pero ahora es de forma evidente. Destina a los padres al sentido final de la vida, su propia desaparición, la muerte. La vida por delante es de los adolescentes, la vida por detrás de los padres y así debe ser. Será muchas veces algo en relación a los padres y en la dificultad de dejar ir que aparecen los conflictos. El ser para la muerte es fundamental en ese momento. Siempre ha sido inscrito, como me decía una alumna, en algún gen del cerebro la verdad de la muerte, pero ahora se hace más presente que nunca. Somos pues seres mortales y eso nos indica precisamente la adolescencia. Con sus irreverencias, en su transgresión a la norma, nos sentencian a algo que no es responsabilidad suya, con el negativismo nos muestran que ellos son más allá de nosotros, de los otros, los adultos, son otros. De los niños pequeños la opinión adolescente es de aprecio, ellos son lo que ellos mismos habían sido hace poco tiempo, y en un reflejo se ven a si mismos. Ya lo dijo Freud y Lacan que un niño puede ser falo de la madre, pero se debe pasar a otra cosa para poder tener falo. Este pasar a otra cosa es precisamente la adolescencia.

            Entonces, como hacer con la adolescencia y los adolescentes? Lo importante es dar esa cuerda hasta el límite de lo ínfimo sin que haya peligro de rotura. Aceptar el concepto de relatividad normativa y no imponer desde la intransigencia la ley. Verse a uno mismo como inmiscuido en la adolescencia del adolescente para ver como ayudar, el amo suele fracasar con adolescentes. Es pues una posición incomoda la de los cuidadores de adolescentes. Es sobretodo inestable y sorpresiva.


            ¿Existen los adolescentes modelo?,¿ Son aquellos que sacan buenas notas, que siempre se portan como es debido? Eso es del orden imaginario, en realidad lo importante es como se van desenvolviendo en lo pulsional. Claro que se debe elaborar un buen curriculum pero a la vez experimentar lo pulsional. Darles lugar, y de eso muchos hacen negocio, para ser adolescentes es permitir la experimentación pulsional. Darles imagen, y de eso muchos hacen negocio, es también permitir a los adolescentes lo pulsional. Es una etapa loca que da miedo por su impetuosidad, agotadora para muchos padres y adultos, sobretodo sino se reconocen en su ser para la muerte y una aventura para otros, los que se ven como parecidos a los hijos adolescentes. Es un juego que se juega en el tablero de la pulsión donde todo parece valer pero debe prevalecer la vida. La norma se pone en tela de juicio porque la norma no habla de ellos (literalmente) sino de la norma misma. Necesitan encontrarse en la pulsión y eso los remite a la tierna infancia y a la sexualidad genital que aún no conocen.